Apagó la ducha. Se miró en el espejo.
Sus cejas. Qué grandes. Qué raras.
Sin ganas, sin sexo, se fue a dormir.
Huesos. Músculos. Piel.
Una costilla se perdió en la noche por lo que a la mañana siguiente improvisó con un pedazo de jabón de glicerina neutro algo así como un sustituto de costilla.
Otro día en el colectivo. En la calle. En la panadería. En el baño. En la cama.
Sin embargo algo había cambiado.
Su nueva costilla de glicerina. La volvió más liviana. Más artificial. Menos humana.
Complejo o muy simple. Igual de aspecto. El mismo pelo, las mismas uñas y ella se sentía otra.
Prendió la ducha y la costilla apareció cual una ilusión optica. Entre las gotas de agua: la costilla. Se acercó. Y con las manos intentó agarrarla. La costilla la esquivó. Volvió a intentarlo. Y de nuevo lo mismo. Hasta que luego de varios intentos fallidos.......................
Antonela y su costilla volando en el espacio. Entre los anillos de Saturno.
En el baño. No apagó la ducha. Sigue el sonido. La costilla de glicerina derritiendose en la bañadera. Claro.... No era su costilla, solo un poco de jabón de glicerina neutro.
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