jueves, 24 de julio de 2008

la foto de lucas donde aparezco yo.

Apareció, y me miraba. ¿De donde venía esa mirada, de qué profundidades?

viernes, 18 de julio de 2008

situación: El mundo que necesitaba mi dedo en cuatro esquinas.

“Vivo en la luna”, dije mientras buscaba en la cartera los malditos diez pesos que debía pagar por el taxi.
El taxista joven rió y me dio el vuelto.
Miré la hora en el celular.
“Más, más” me apuraba.

Estaba saliendo del coche, estaba cerrando la puerta, cuando…
No puedo decir el momento exacto. No lo sé. No se si fue un momento.
Mi dedo latía.
“Qué lindas manos tengo” se me había cruzado por la cabeza minutos antes en el subte.
Lo metí en mi boca cual un bebé.
Corrí. ¿Adonde?
Entré en un café.
Mesas vacías. Al fondo, la barra y el mozo que dijo señalando con un brazo: “Subiendo las escaleras.”
Corrí al baño.
Agua, un pedazo de piel se desprendía debido a la presión del agua.
“Agua”, pensé. “Me duele, me late.”
Devuelta a la boca. Salí.
“A la farmacia de enfrente”, me ordené.
Intenté hablar, casi lloraba. Mi dedo también… pero de otro color por cierto hermoso: rojo bordó.
Envuelto el dedo, crucé la calle hacia la guardia.
El mundo que necesitaba mi dedo en cuatro esquinas.
Casi lloraba.
Un pasillo que parecía volverse más angosto a medida que avanzaba. Y gente, más gente. Enferma, convaleciente. Soy parte…. (¿Será esto la luna?)
Una señora que casi vomita y otra lamentándose de no poder manejar su cuerpo.
Allí estaba la secretaria “a mitad del pasillo” como me indicaron.
“Me…” balbuceé.
“¿Carnet de obra social?, ¿DNI?, ¿Primera vez?”
Revolvía la ensalada de mi cartera. La semana pasada me robaron la billetera con todo. Todo. “Sos un NN”, recordaba la voz de mi mamá.
“Sí. Lo soy” susurré mientras pasaba a mi lado un hombre con la pierna quemada.
“¿Qué?” Preguntó la secretaria, y continuó con su conversación en el teléfono sin lanzarme ni siquiera una mirada.
Le expliqué y lo volví a hacer hasta que me senté a esperar que la puerta 5 se abriera y dijeran mi nombre, mi distintivo.

ventana, taller 211, 19 pm, 17.07.08

me rompí un dedo. se subió el video.

sábado, 12 de julio de 2008

diálogos inventados 3- familar materno.

Al borde del río.

No se; no se, si...

“Si no deseas algo enorme, algo gigante…. “ repite… sigue repitiendo.

Me acerco a mi abuelo y le digo que me duele la cabeza.

Su mano se apoya sobre mi frente. Entonces.

Estoy entre algodones. Me arma una cuna de almíbar.

“mmm….” Digo.

Tararea una melodía que no reconozco, pero se que es un Tango. Se que lo baila.

“¿Mejor?” Me pregunta. Sus ojos miran lejos, lejísimos (me repito).

Muevo apenas la cabeza.

“Entendí.” Dice en medio del tarareo.

Su mano se levanta y mi cabeza con su mano, y mi cuerpo con su mano. Entonces.

Bailamos.

“Te guío”

Me dejo guiar. Me dejo. Su mano me absorbe y me devuelve al ritmo de no se bien que. Pero se que es un Tango. Ya lo dije. no importa. Repito, sigo repitiendo: “Se que es un tango”.

“¿Mejor?”

“Sí, claro, mucho mejor.”

Me lleva. Me vuela. Me tararea.

“mmm”.

“Marluna”, así me llama, así me dice, así me canta.
marlunamarluna.

“Abuelo” pienso. Gracias. No me duele más la cabeza. Mmm… Sí. Que bueno. Estoy entre algodones. Una cuna de almíbar.

“Abuelo” digo. Sus ojos brillan y no se donde miran…

“Si no deseas algo enorme, algo gigante…. “ repite… sigue repitiendo.

lunes, 7 de julio de 2008

lunes 7 de julio

...debe ser un día muy especial...
Abrí un archivo word para escribir...... y entonces apareció:

Anacuática es una historia de amor.

Tam lunar. bailarines del futuro.

"¡Levantad vuestros corazones, humanos míos, alto, más alto! ¡Y no os olvidéis de las piernas! ¡Levantad también las piernas, oh, vosotros, buenos danzarines; y todavia mejor, ponéos cabeza abajo!"
Así hablaba Zaratustra. Nietzsche

viernes, 4 de julio de 2008

dialogos inventados- fliar paterno.

Me metí en la pileta.

Ella, tenía puesta una maya entera y una gorra de baño. Venía nadando hacia mi. Nadaba pecho, y la cabeza se mantenía fuera.
Sus ojos eran agua.

Pensé: sí, claro. Y nadé pecho a su lado.

Y así, nadando me dijo:

Te voy a regalar algo íntimo. Te voy a regalar algo hermoso.

Metí la cabeza bajo el agua.

Era ella. Eran sus piernas en el agua. Era su voz acaramelada.

Sabor a porcelana- dijo.

¿Qué? Pregunté

Eso. Los niños se sientan en la mesa de los grandes, y los grandes en el comedor diario. Las copas siempre son de cristal, los platos de porcelana.

La miro sonriendo (cambio el verbo, cambia el tiempo). Seguimos nadando: el largo de la pileta parece no tener límite.

Los grandes hablan a los gritos, se quejan, ensucian, se tiran platos. Y resulta que los niños, no. Los niños toman leche batida con crema.

Uy… recuerdo.

Un vestido de dominó. Un coro de niños. Y ella. Ella. Ella. Ella. Ella.

Si La Sol Fa Mi Re Do.

Una vez que conoces las notas, podes cantar todo lo que quieras.

¿Entonces?, pregunto.

Entonces…. Dice.
Nos zambullimos. Y vamos hasta lo más hondo.

Ojalá tenga sus pechos, pienso.

Salgo a respirar. Entonces ya se fue. Entonces salgo.

Creo que me quedé con sus ojos color agua.

nadadora

boomp3.com

agua!

martes, 1 de julio de 2008

esquicio

Una gotita, dos gotitas. Tres gotas.

Lisandro mira sus manos. Las apoya sobre la baranda de madera del porche verde oscuro.
Sus dedos son largos. “Larguísimos”, dice siempre Silvia.

Diez gotitas. Cuenta.

Del techo de chapa caen y suenan cuando aterrizan justo en sus uñas. Y a Lisandro le gusta esa sensación. Como si fuera un niño, como si fuera tonto.

Cuarenta y un gotitas.

“¡El plomero! Lisandro” Silvia gritando, gritando.
Seca sus uñas en la camisa a cuadros que lleva puesta, la camisa que lava Silvia a la noche, la camisa que más le gusta.

Cuarenta y dos gotitas.

Falta media hora para que pase su compañero de trabajo a buscarlo. “Los otros vecinos se rascan”, casi dice, casi un susurro.

… gotitas.

Y también le gusta pasar la lengua por todos los compartimentos de su boca, y así devuelta las tostadas con mermelada casera (la que hace Silvia).

“¡Pero cuando vas a llamar al plomero Lisandro!”

Se chupa un dedo. “Qué frío”

Mil gotitas.

Le encantaría que su mujer salga y lo bese. “Como en las películas”.
Pero nunca van al cine.

Los bocinazos: Lisandro se levanta y se va.

Un millón de gotitas.